Conocida como “La Perla del Caribe”, la Isla Margarita se alza como la joya más grande del único estado insular de Venezuela, formando parte del archipiélago que incluye las islas de Coche y Cubagua. Esta tierra, que los españoles bautizaron como Nueva Esparta en honor al valor y coraje de sus habitantes, guarda en cada rincón historias fascinantes y paisajes que quitan el aliento.
El origen de su nombre se pierde entre leyendas y datos históricos. Algunos cuentan que los conquistadores españoles, al llegar a Nueva Cádiz en Cubagua, quedaron maravillados por la abundante producción de perlas, a las que llamaban “margaritas”. Otros sugieren que el nombre honra a la reina Margarita de Austria. Sin embargo, mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón, los indígenas guaiqueríes ya habitaban estas tierras y la conocían como Paraguachoa, que significa “peces en abundancia” o “gente de mar”, descripciones que siguen siendo perfectamente acertadas hoy en día.
Manzanillo: la esencia marinera auténtica
En el extremo norte de la isla, mirando hacia el mar Caribe, se encuentra Manzanillo, una zona protegida que conserva la verdadera esencia de la vida pesquera margariteña. Aquí, donde no se permite construir más edificaciones, llega gran parte del pescado que luego se comercializa en restaurantes y hoteles de toda la isla.
La historia de este lugar va más allá de la pesca. Hasta los años 50, por aquí se distribuía el magnesio extraído de las colinas cercanas, cuyos antiguos raíles de transporte aún pueden divisarse como testigos silenciosos del pasado industrial de la zona. Un secreto bien guardado es que cerca de esta playa existen otras de menor tamaño, accesibles únicamente en bote con la ayuda de algún pescador local, creando el escenario perfecto para los enamorados.
Miradores con vistas espectaculares
El Mirador del hotel Hesperia ofrece una perspectiva única de la isla, con vistas hacia los campos de golf y las playas de Pedro González y Playa Vieja. Aunque es un buen lugar para contemplar el atardecer, no es el mejor de todos.
Más impresionante resulta el Mirador de Santa Ana, al que se accede tras una caminata de diez minutos por un sendero serpenteante. También conocido como Fortín España, este lugar conserva cañones españoles utilizados durante las batallas por la independencia. Desde aquí se contemplan vistas extraordinarias de Santa Ana, una población dedicada a la artesanía con barro, y del Cerro, cuyo pico más alto alcanza los 920 metros sobre el nivel del mar y alberga el observatorio meteorológico del Caribe.
Zaragoza: el rincón perfecto para la tranquilidad
En Zaragoza se encuentra posiblemente la playa más idílica de toda la isla. Este lugar mágico cuenta con un paseo bordeado de casas coloniales pintadas en alegres colores, donde es raro encontrar turistas extranjeros. Aquí se preparan las mejores piñas coladas de Margarita, convirtiendo este rincón en el lugar ideal para relajarse y no hacer absolutamente nada, algo que a veces resulta necesario para nuestra salud mental.
Patrimonio histórico y religioso
La Basílica de la Virgen del Valle, situada en la población del Valle del Espíritu Santo, alberga a la patrona de los margariteños. Esta virgen llegó originalmente a la isla de Cubagua bajo el nombre de la Purísima o la Inmaculada, procedente de España. Cuando Cubagua fue destruida por un ciclón, la estatua fue trasladada a El Valle del Espíritu Santo, donde la gente comenzó a llamarla Virgen del Valle.
Se le atribuyen varios milagros, siendo el más famoso el ocurrido hacia 1608, cuando la isla sufría una larga sequía. La gente decidió llevar a la Virgen en procesión desde la iglesia de El Valle hasta La Asunción. Cuando salieron, el cielo estaba despejado, pero al llegar a las puertas de la ciudad comenzó a llover intensamente hasta la noche siguiente.
Fortalezas coloniales
El Castillo de San Carlos de Borromeo, en Pampatar, es una construcción militar con baluartes en los cuatro ángulos y un foso seco. Consta de tres elementos principales: la batería de costa con 12 cañones del siglo XVIII que protegían la entrada por mar, el abrevadero donde bebía agua la caballería, y un acceso exterior para el paso de tropas y caballos.
El Castillo de Santa Rosa, en La Asunción, tiene origen defensivo debido a los constantes ataques de piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses. Durante la Guerra de la Independencia funcionó como prisión, siendo Luisa Cáceres Arismendi una de sus prisioneras más célebres. Entró embarazada a los 16 años, y cuando los españoles le pidieron que entregara a su marido, el general Juan Bautista Arismendi, para liberarla, su respuesta fue memorable: “Jamás lograréis que aconseje a mi esposo a faltar a sus deberes”.
La Asunción: capital histórica
En la capital de la isla se encuentra la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, la segunda más antigua de Venezuela, construida entre 1609 y 1621. La plaza Bolívar alberga una estatua de la heroína Arismendi y se decora con motivos navideños durante las fiestas decembrinas.
Playas para todos los gustos
Playa el Agua, que da hacia el Atlántico, ofrece olas perfectas y un paseo lleno de chiringuitos donde degustar pescado fresco. Aquí también se encuentran agencias que organizan tours por la isla, al Delta del Orinoco y al Salto del Ángel.
Playa El Parguito destaca por tener las mayores olas de la isla, atrayendo a surfistas venezolanos. Desde una colina en el extremo derecho se obtienen vistas espectaculares que incluyen la playa El Tirano.
Tesoros naturales únicos
El Archipiélago Los Frailes, aunque casi deshabitado, ofrece arrecifes de coral repletos de vida marina: peces globo, morenas, peces ángel, calamares y peces loro. Es ideal para practicar snorkel o buceo, especialmente para principiantes debido a sus corrientes suaves y excelente visibilidad.
El Parque Nacional La Restinga se extiende por 18.862 hectáreas de manglares, albergando 105 variedades de aves. Cuatro tipos de mangle crecen sobre el agua salada: rojo, amarillo, botacillo y negro. Este último absorbe sal por las raíces y la expulsa por las hojas. Los 100 kilómetros de canales naturales pueden explorarse en barca, y los nombres de los canales y sus “plazas” resultan muy pintorescos.
Formaciones naturales legendarias
Las Tetas de María Guevara constituyen un monumento natural formado por dos montañas gemelas redondeadas, dedicado a una joven mestiza que tuvo un papel importante en la Guerra de la Independencia.
La Cara del Indio es un monte que toma la figura de un indio de perfil y viene acompañado de una bella leyenda indígena. Según cuenta la tradición, Macanao, hijo del primer cacique guaraquí, recibió de su padre la parte oeste de la isla. Al llegar a esta península árida y descubrir que no había nada, su rostro quedó plasmado en este monte, llorando eternamente y llenando así los manglares de La Restinga con sus lágrimas.
La península de Macanao
La parte occidental de la isla, separada por un canal que se cruza por un único puente, ofrece un paisaje completamente diferente. Mucho menos poblada y más árida, recuerda a los escenarios de las películas del oeste. Sus impresionantes playas vírgenes requieren vehículos 4×4 para acceder, por lo que es recomendable contratar tours especializados.
Juangriego: el lugar de los atardeceres dorados
Esta pequeña ciudad, famosa por sus rojizas puestas de sol, ofrece una cara muy diferente de la caótica Porlamar. Situada en una hermosa bahía al norte de la isla, Juangriego es perfecta para relajarse en la playa viendo pasar los barcos pesqueros y los numerosos pelícanos, mientras el sol se oculta tras las cumbres de Macanao en el horizonte.
Consejos prácticos para el viajero
Para recorrer la isla se pueden alquilar coches en diferentes puntos, aunque es importante recordar que está prohibido circular en moto o bicicleta después de las seis de la tarde debido a la escasa iluminación de las carreteras. También existen tours de un día que pueden contratarse en las agencias de Playa el Agua o Porlamar.
Margarita es lo suficientemente grande y variada como para satisfacer todos los gustos: desde manglares hasta actividades de kitesurf, pasando por bosques nublados de montaña, pintorescos pueblecitos de pescadores y zonas desérticas. Esta diversidad convierte a la isla en un destino único que combina historia, cultura, naturaleza y aventura en un solo lugar, dejando en cada visitante la sensación de haber descubierto un verdadero tesoro del Caribe.